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ASOCHUAO

Otorgado Premio al Mérito Policial en Chuao

Otorgado Premio al Mérito Policial en Chuao

CELEBRADO PREMIO AL MERITO POLICIAL EN CHUAO

Palabras orador de Orden: Carlos Delgado Montaño

Amigos: Esta mañana, quizás, no sea distinta a las demás. La cotidianidad nos arropa y no nos percatamos de cuántas cosas hay a nuestro derredor y cuántos hechos ocurren sin detenernos a observarlos y, menos, a evaluarlos. Pareciera que todo es igual y no nos importa. Esa percepción clara, nítida, permanente, del amanecer que augura un día feliz entre cantos de pericos y guacamayas que revolotean entre nuestra añeja arboleda y que invaden nuestro ambiente, contrasta con esa que tenemos durante el avance del día, cuando, entre una avalancha de construcciones y vehículos, mezclados con sucesos inesperados, se ocultan innombrables peligros que acechan y atentan contra el bienestar de todos los ciudadanos, desde su salud, su propiedad y su, cada vez, más deteriorada relación humana, esa relación que se va disipando y que nos convierte en seres indiferentes, inanimados, como si fuésemos actores de un drama que se realiza en escenarios planificados y programados por mentes maquiavélicas que pretenden movernos a su antojo.

Ese es el escenario que pretendemos cambiar, borrarlo, si fuese posible, de nuestro horizonte pero ello no es posible si no rectificamos, si no reconsideramos nuestra ubicación dentro de la sociedad y la relación con nuestros semejantes, todos, desde los niños hasta los ancianos, desde los bien dotados física y mentalmente hasta aquéllos minusválidos y desprotegidos por la naturaleza y por sus semejantes, desde los que llevan una vida armoniosa y estable hasta aquéllos que viven en condiciones precarias, llenas de calamidades, azotados por la miseria, la cual se convierte en el principal flagelo destructor, degradador, inversor de los valores que deben prevalecer desde que somos seres humanos, desde el mismo momento en que vemos las primeras luces.

La miseria no es sólo la pobreza física, la falta de ingresos para alimentarse y educarse, para sobrevivir, es, también, la falta de convivencia, la falta de respeto, la ausencia de humanidad, la negación de amor al prójimo. De allí deviene una condición indeseable en toda sociedad, desde las más desarrolladas hasta aquéllas que viven en la inopia, una condición que nos convierte en adversarios como si nuestra naturaleza humana fuese diferente, como si perteneciéramos a equipos o ejércitos enemigos, como si nuestro tronco común hubiese sido disuelto y nos hubiesen declarado y clasificado como clases antagónicas que deben irrespetarse, odiarse, agredirse. No, amigos, esa miseria humana, descrita maravillosamente por ese universal francés llamado Víctor Hugo, en su impactante obra, Los Miserables, y por otro francés, no menos trascendental, Honoré de Balzac, quien nos legó historias cuajadas de las mas inimaginables condiciones humanas, pinceladas con todos los matices y rasgos de toda nuestra raza, y compendiadas en La Comedia Humana, es la que no debemos permitir que se asiente en nuestra tierra, en nuestro país, en nuestra comunidad. Debemos recordar y tener presente, todos los días, que fue Antonio José de Sucre quien, en el Campo de Ayacucho, concedió perdón a los derrotados, auxilió heridos, permitió darle sepultura a los caídos en batalla y otorgó permiso para que se marcharan a su tierra, por vez primera en la historia de la humanidad, por ello las Naciones Unidas creó el código de honor a los soldados vencidos, mediante el cual se respetan sus derechos humanos.

Es por eso que en esta hermosa y providencial mañana, que despierta después de una pertinaz lluvia, cuando comienza el diario avatar de zumbidos, gritos, sirenas, frenazos, miembros de esta comunidad “chuanse” decidieron acercarse a esta simbólica plaza, a este recodo de nuestra urbanización, y bajo la sombra y el frescor que nos brinda este prodigioso samán, para compartir con unos amigos invisibles y brindar un sencillo pero sentido reconocimiento a unos servidores públicos, a unos seres humanos similares a nosotros, que se cuelan desde el amanecer de las guacharacas hasta el ocaso de las tinieblas, deambulando por nuestras calles, vigilantes, atentos al acontecer diario, prestos a colaborar con sus conciudadanos, a protegerlos y socorrerlos, aun a costa de sus propias sus vidas. Nuestra presencia aquí no significa el saludo del transeúnte, el agradecimiento obligado de una sociedad en deuda, el premio a unos abnegados hombres, no, estamos aquí para que nos conozcamos mejor, para que conformemos una sociedad homogénea, para que estrechemos nuestras manos y, juntos, logremos erradicar la cotidianidad, borrar esa indiferencia que marca a las sociedades de este siglo, para que Chuao sea un símbolo de buena vecindad, donde los valores humanos, el orden, la seguridad, la protección y el cuidado del ambiente, el respeto a los semejantes, el cumplimiento estricto de las normas cívicas, la armoniosa convivencia entre residentes y autoridades públicas, se conviertan en un hito, en una referencia obligada de ciudadanía dentro de nuestro Municipio Baruta y nuestra Sultana del Ávila.

Gracias a todos ustedes por su presencia en este maravilloso encuentro, gracias a aquéllos que nos miran desde sus moradas eternas, a esa maravillosa mujer, Branka Kosak de Carrillo, quien estaría orgullosa de compartir este grato momento, gracias a ese abnegado agente, Pitter Breas González, y a esos otros que estuviesen compartiendo este reconocimiento con sus compañeros de jornadas, gracias especiales a todos los agentes y supervisores que han pasado por esta modesta sede a brindarnos su protección, gracias a las autoridades municipales por el respaldo brindado, gracias a aquellos que escapan a nuestra memoria, gracias a la comunidad.

Feliz día.

Chuao, 02 de Julio de 2.011.

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